¿Qué creían los antiguos romanos que les sucedía a las personas que morían por suicidio en el más allá?


 Las creencias de los antiguos romanos sobre el más allá eran diversas y complejas, moldeadas por su religión, mitología y costumbres culturales. Respecto a quienes morían por suicidio, las opiniones variaban según el contexto social, filosófico y legal, aunque es posible señalar algunos aspectos comunes.


En la mitología romana, las almas de los fallecidos eran guiadas al inframundo por Mercurio (equivalente a Hermes en la mitología griega) y cruzaban el río Estigia con la asistencia de Caronte, el barquero. Ya en el inframundo, bajo el dominio de Plutón (Hades), el destino de las almas dependía de cómo habían vivido: los justos podían acceder a los Campos Elíseos, mientras que los malvados eran condenados al Tártaro. Sin embargo, el suicidio no se clasificaba fácilmente en estos destinos, lo que dejaba su interpretación abierta a ambigüedades.


A diferencia del cristianismo posterior, los romanos no tenían una prohibición religiosa generalizada contra el suicidio. En ciertos casos, especialmente entre la élite, este acto se consideraba honorable o admirable. Por ejemplo, personajes como Catón el Joven o Séneca se quitaron la vida en situaciones que se elogiaron como demostraciones de virtud, oposición al tirano o dominio de sí mismos (influenciados por el estoicismo). Para ellos, no se creía necesariamente que sus almas sufrieran castigo en el más allá; su suerte tras la muerte se juzgaba más por su conducta y carácter en vida que por el suicidio en sí.



Por otro lado, para quienes se suicidaban por motivos menos "elevados" (como desesperación, temor o deshonra), las creencias populares podían adoptar un tono más oscuro. Según ciertas tradiciones, las almas de quienes morían de forma violenta o antes de tiempo, incluidos los suicidas, podían transformarse en *lemures* o *larvae*, espíritus inquietos condenados a vagar entre los vivos sin hallar reposo en el inframundo. Esto se atribuía a no haber completado su "ciclo natural" o a la falta de ritos funerarios apropiados, esenciales en la cultura romana. En la *Eneida* de Virgilio (Libro VI), se menciona un espacio en el inframundo para quienes se quitaron la vida, donde las almas de los suicidas lamentan su decisión sin poder volver atrás, sugiriendo una existencia de tristeza más que de tormento explícito.


Desde el punto de vista social y legal, el suicidio también podía acarrear repercusiones negativas. Si un esclavo o soldado se quitaba la vida, se veía como una pérdida material o un gesto de cobardía, lo que podía desprestigiar su recuerdo y, posiblemente, influir en la percepción popular de su destino ultraterreno.


Los antiguos romanos no tenían una postura uniforme sobre el destino de los suicidas en el más allá. Para algunos, guiados por honor o principios filosóficos, no había una sanción particular, y su suerte dependía de su vida en su conjunto. Para otros, existía el riesgo de convertirse en espíritus vagantes o de ocupar un lugar lúgubre en el infierno , lo que reflejaba más una sensación de vacío que un castigo directo. Estas ideas variaban según la persona, su posición social y las razones detrás de su muerte.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Las pirámides de Egipto no fueron construidas por esclavos

¿Por qué no se permite usar auriculares u otros dispositivos electrónicos durante el despegue y aterrizaje del avión?

¿Cuánto tiempo tarda el agua en llegar a la vejiga y provocar ganas de orinar?